Libertad, autonomía y placer. Es lo que siente la mayoría de jóvenes cuando conduce, una actividad que disfrutan, en la que se consideran responsables y en la que en líneas generales se ponen buena nota. Siete de cada 10 se declara “buen conductor”, fundamentalmente hombres, y 6 de cada 10 se declara “mejor” o “mucho mejor” que el resto al volante. Los calificativos que más emplean para definir sus estilos de conducción son “tranquilos” (48,2 por ciento), “hábiles” (43,9 por ciento) y “respetuosos” (41,4 por ciento).
Sin embargo, la teoría dista mucho del comportamiento real al volante, y a pesar de que la postura oficial que muestran es la de descartar absolutamente los comportamientos arriesgados, muy sancionados en lo social, administrativo y penal, la realidad es bastante diferente. Sustancias, consumo y conducción, lejos de estar disociadas como parece en muchas de sus manifestaciones, aparentan tener fuertes vínculos.
Así lo refleja el informe “Conducción y Drogas. Factores subyacentes a los comportamientos de riesgo”, que han elaborado la Fundación MAPFRE y la Fundación de Ayuda Contra la Drogadicción (FAD) con el objetivo de analizar de forma detallada y cuantificable lo que los jóvenes piensan y perciben acerca de los riesgos asociados a la conducción.
El estudio, resultado de cerca de 1.000 encuestas realizadas a españoles entre 16 y 30 años, destaca que aunque la mayoría declara que en los últimos seis meses “nunca” ha conducido bajo los efectos de sustancias, un porcentaje muy importante de conductores ha conducido “alguna vez” bajo los efectos de las drogas, cerca del 36 por ciento en el caso del alcohol y alrededor de un 10 por ciento, en el caso del cannabis, cocaína y otro tipo de drogas. Destaca el hecho de que muchas de estas personas son hombres, de entre 25 y 30 años, que trabajan o compaginan estudios y trabajo, que residen en entornos rurales, y que son conductores habituales.
El informe también arroja datos preocupantes relacionados con los pasajeros. Seis de cada 10 declara haberse subido en los últimos seis meses a un vehículo cuyo conductor ha consumido alcohol, y más del 30 por ciento lo ha hecho en un vehículo cuyo conductor ha consumido porros, cocaína y pastillas, entre otras sustancias. Destaca el hecho de que para un pequeño porcentaje, entre un 1 y un 4 por ciento de los jóvenes, dichos comportamientos son lo “habitual”.
El trabajo también señala que una parte de los jóvenes relativiza el consumo de alcohol como factor de alto riesgo (un 13,6 por ciento cree que esta sustancia “aumenta algo” el riesgo) y que los amigos ven normal que se beba o consuma drogas aunque se tenga que conducir (17,5 por ciento). También pone de manifiesto la actitud de minorías muy significativas que declaran “saber” lo que pueden consumir, que se muestran seguros de sus límites, conocen cómo contrarrestar los efectos de este tipo de sustancias y creen que por ello no tienen que acudir a la abstención absoluta.
En esta línea indica otros datos significativos: el 42,1 por ciento de los jóvenes que bebe alcohol a diario y el 14,9 de los que lo hace frecuentemente considera que el riesgo de sufrir un accidente se incrementa “dependiendo de la cantidad” o “apenas aumenta”. Con respecto a los consumidores de cannabis, esa misma percepción se produce en el 42,9 por ciento de los que consumen esta sustancia frecuentemente, y en el 26,7 por ciento de los que lo consumen “a diario”.
Puedes descargarte el estudio en este link.